jueves, 27 de noviembre de 2008

LO MIO

Como cada día atravieso la distancia que me separa del hastío en este frío (muy frío) amanecer. En el interior del coche hace calor y esa sensación me lleva a dos visiones emocionales, una inmediata que es la de mi hijo colgándose de mi, cubriéndome de besos y diciéndome “Papi que tengas un bonito día” haciendo interminable el camino hacia la puerta; en la puerta mi chica con un “deja a papi que tiene prisa” y un “Ten cuidado cariño no corras”, un largo beso y una preciosa sonrisa y saliendo al mundo como si pudiera con él. La segunda visión me lleva al verano y a una frase que leí en una camiseta de esas que exponen en las tiendas de souvenirs:

“Aquí cada uno va a lo suyo, menos yo que voy a lo mío”

Sonreí como cuando la leí por primera vez, pero al momento me puse a pensar ¿y qué es lo mío? No ese mío de “¿Iglesias, qué hay de lo mío?” o el de “¡te voy a dar lo tuyo!” que decían los bárbaros de mi infancia, si no lo mío de verdad.
Siento que no hay nada más mío que lo que me ha sido regalado, aquello que nadie me puede quitar desde los estrados, ni desde los púlpitos, ni desde la mediocridad, aquello que los mercaderes desean y no alcanzan.
Lo mío.
Cuando vi nacer a mi hijo y lo tuve en mis brazos aun sin lavar, esas lágrimas son mías.
Cuando dormido voy a arroparlo en las noches frías, esa paz es mía.
Cuando me entrega sus notas y me mira impaciente, ese orgullo es mío
Cuando los amigos vuelven a mi casa ese abrazo, es mío.
Cuando intuyo la belleza y la atrapo en mi cámara, esa emoción es mía.
Cuando mi chica me dice “no se, me apetecía”, esos besos son míos.
Cuando nos amamos, cada vez, desde la primera y luego nos reímos tanto, esa felicidad es mía
Cuando veo cada día la injusticia, la intolerancia, la violencia, esa rabia es mía.
Cuando leo a mi inefable José Hierro, esos paraísos son míos.
Sin darme cuenta estoy en el coche sonriendo y escuchando a los Esbjörn Svensson Trio (E.S.T.) con su Behind The Yashmark que es otro de esos regalos de amigos muy queridos y que forman parte de todo lo mío. Tampoco me había dado cuenta de la cara de mi jefe pegado a la ventanilla gritando “¿Iglesias, qué hay de lo mío?”.

P.S. Escuchad al E.S.T., mientras leéis y si no leéis, ponedlo y cerrar los ojos es toda una sorpresa.


No hay comentarios: