miércoles, 28 de enero de 2009

LOS MUERTOS NO DESCANSAN.





El camino de tus sueños
tiene piedras negras
como pisadas de espina.
Ayer hablabas con la lengua en mi boca
hoy las lágrimas atascan tus ojos
como una secreta marea de dolor y dudas
sufres y mi presencia inerte
no es ya ni el bastón de pétalos
que imaginaste
tu mirada se extravía
en mitad de la noche,
han vuelto los espectros
a turbar tus pesadillas
veo tu cuerpo en la ventana
mientras el amanecer
lo atraviesa con sus dagas de luz
y quisiera morir contigo
pero no me dejas
y duermo y esa vigilia
quiere acariciar la parte de ti
que me anhela
pero tu viaje al oscuro recóndito
es un muro de hielo
que corta las manos.

Apoya tu cabeza un instante
amor mio
aquí en mi pecho sereno
porque, como sabes,
los muertos no descansan.

lunes, 26 de enero de 2009

COMPATIBILIDAD (BIS).(Dando una oportunidad a la Lola a petición popular)

Condujo con una sola idea en la cabeza: sumergir, en algo más narcotizante que el agua, esa nueva derrota. Tuvo suerte y pudo aparcar en la calle donde estaba el bar de copas en el que siempre iba a ahogarse después de cada naufragio. Esta vez sin sobresaltos. Antes de bajar del coche se miró en el espejo, se soltó el pelo y lo zarandeó, primero con las manos y luego con movimientos bruscos de cabeza que hacían bailar su melena. Ahora volvía a ser ella. Cogió la carpeta de la agencia, su bolso y se encaminó al bar. Antes de entrar dejó caer la carpeta en el primer contenedor de basura que encontró.

Aquel bar le gustaba. Era agradable, oscuro, casi familiar, de hecho tenía más trato con el barman que con su hermana. Buscó con la mirada su lugar de siempre en la barra, aquel ángulo recto al fondo desde donde tenía una panorámica total del local. Podía ver quién entraba y quién salía, quién iba al baño y cuanto tardaba, le entretenía hacer aritmética escatológica. Pero lo que más le gustaba era ver moverse a Carlos, el barman, con el local lleno hasta la bandera. ¡Qué bueno está este tio! pensó desde su esquina la primera vez que le vio. Estuvo tirándole los tejos una temporada hasta que un día Carlos le dijo:
-Lola eres una tia cojonuda , pero lo nuestro es imposible, soy gay.

Por suerte su lugar estaba libre y fue a ocuparlo, se instaló en el taburete, encendió un cigarro y esperó.
- Lola, Lola, Lola... Hoy vienes matadora tía...-dijo Carlos-
- Gracias cariño, pero por lo visto sólo os fijáis los maricones. A no ser que estés volviendo a la acera que te corresponde con ese cuerpazo, ya sabes que estoy de "prime" en la lista de revolcones.
- ¡Que cabrona! ¿Te pongo lo de siempre? preguntó el barman sin poder contener la risa.
- Si.
En lo que a Lola respecta el ser humano sólo había inventado dos cosas útiles de verdad, el Gin Tonic y el Vibrador. Esta noche tocaba disfrutar de lo primero.

Su mirada viajaba por la rutina de siempre, copa, barman, cálculos de toilette, tio bueno que te cagas tomando algo en el centro de la barra, repaso a la fauna habitual del local y vuelta a empezar… “no, espera”, pensó, “aquí hay algo que no cuadra, que no es lo de siempre. Hostia ese tio de la barra ¡qué guapo!, demasiado para ser real”. Se paró un momento en esa parte de la barra para quedarse con cada detalle, rubio de media melena lisa, barba de tres días que le daba un aire de descuido premeditado, el rostro juvenil y la mirada divertida, camiseta negra y cazadora de cuero gastada y un gin tonic en la mano. Sonrió, tenía gusto el tio. En estos pensamientos estaba cuando se dio cuenta de que llevaba un buen rato mirándole fijamente y sonriendo y que él también la miraba y sonreía. Apartó la vista hacia el vaso transparente. Hoy no quería más líos.
- Hola ¿Qué haces?
Le miró. De cerca aún era más guapo el cabrón.
- Pues aquí echando unos cartoncitos… ¿A ti que te parece? –dijo Lola y al instante se arrepintió de lo arisco de su respuesta.
Él se rió con ganas.
- Perdona tienes razón, qué manera más gilipollas de entrar.-dijo sin dejar de reír.
- No, perdona tu, es que hoy llevo un día…-dijo Lola un poco desarmada por la reacción del guaperas, que aún no había salido corriendo como ella esperaba.
- Bueno espero que podamos corregir eso. ¿Me aceptas una copa?
- O dos.-dijo ella un poco más relajada.

Hablaron, rieron, bebieron durante un tiempo en el que el local se fue transformando a su alrededor en forma de marea humana que sube, se desplaza y baja. Ellos seguían a un ritmo diferente, como una isla en medio de un torrente, como esos planos en donde todo se mueve a cámara rápida mientras los protagonistas siguen mirándose y hablando con normalidad.

- Me gusta tu sonrisa, le da una luz maravillosa a tu cara. –dijo trabándose un poco por el efecto de los gin tonic.
- Menudo ciego llevas chaval. De todas formas espero que te guste algo más que mi sonrisa.-dijo Lola mientras le dirigía una de esas miradas pícaras que tanto desarmaban a los hombres.
- La ginebra afecta a mis superpoderes y tengo la visión de rayos X un poco averiada. Para saber si me gusta algo más vamos a tener que pasar al modo manual.
- Quien dijo miedo habiendo hospitales –dijo Lola riendo. ¿Nos vamos? Dijo en tal tono que no parecía una pregunta.

Fueron besándose mientras iban dejando atrás los ecos de “Bring me to life” de Evanescence, “premonitorio” pensó Lola mientras apoyaba la espalda en un coche y atraía hacia sí al guaperas. Le besó de tal forma que si hubiera sido una serpiente su lengua se habría enterado de lo que comió la semana pasada, pero se conformó con saber cómo era cada palmo de su boca adorable.

- ¡Lola, Lola…! ¡Cómo me pones!

Lola quiso comprobar hasta qué punto, no se fiaba mucho de las palabras, y deslizó su mano hacia la bragueta. Abrió y entró sin pedir permiso esperando, buscando, la palpitante dureza que confirmara la lujuria anhelada. Buscó pero no había nada duro. No había nada.

- ¡Sorpresa!
- ¡No puede ser! ¡pero si tienes barba y hasta me parece ver una nuez en el cuello! Y… y… ¡Y no tienes tetas, joder!
- Hormonas cariño, hormonas. Estoy esperando a que me operen para ser un hombre completo. Espero que no te enfades y que no sea un impedimento para…
- ¡Me cago en la puta…!

Un incendio había subido de repente a la cara de Lola y se quedó mirando fijamente el rostro sonriente y suplicante que tenía enfrente. “Joder Lola, a ver si algún día utilizas el ojo bueno para poner la bala” pensó. Lo que le extrañaba es que aún seguía allí paralizada entre los brazos de… “Coño, el caso es que el tio… o tía… o lo que hostias sea esta bueno a morir… A la mierda, Lola, ¡qué cojones!... volvió a pensar mientras lo besaba de nuevo…

-¡A ver guaperas! ¿En tu casa o en la mía?
- ¡Donde sea!
- Pues en mi casa, al menos que sea un lugar que tenga controlado.

Mientras iban en el taxi cogidos de la mano Lola empezó a reír, hacía dos días había visto una reposición en la tele: “Con faldas y a lo loco”. Ella acarició la cara extrañada de él.

-¿Cómo te llamas?
- Chema
- De María José, claro.

Ahora rieron los dos.


jueves, 22 de enero de 2009

COMPATIBILIDAD.




- No es posible, no puedes ser tú, ¡Pedazo de cabrón!
- Bueno, puedo explicarlo.
- ¿Puedes? Entonces eres peor de lo que pienso.
- No sé, venía nervioso por la ilusión y ya sabes cómo nos transformamos en esas circunstancias…
- Si te pones así cuando te ilusionas no quiero ni pensar lo que pasa cuando te cabreas…
- Ya, ya, lo de siempre, somos unos animales, ¿no?.
- ¡Serás cabrón! Haber, te resumo: “Mujer tenías que ser”, “Vamos, que es para hoy”, “Es que no deberían dejaros salir de casa”, “Que no llevas un trailer tia, acaba de un coño de una vez, joder”, “¿Cómo? Tu puta madre, métete el dedo por el culo so guarra”. ¿Sigo? Porque creo que se enteró el barrio entero de que estaba aparcando una mujer, es decir, YO.
- Pues tú con el gestito de marras no fuiste delicada y femenina precisamente. Y es que sois torpes, no lo podéis evitar, que quieres que te diga 10 minutos para aparcar puede sacar de quicio a cualquiera, reconócelo…
- Reconozco que eres un hijo de puta. ¿Sabes? Te vas a ir a tomar por el culo que es lo único sexual que vas a llevarte de este encuentro…

Dio media vuelta y le dejó con la palabra en la boca.
Cuando llegó al coche se vió al espejo y no sabía si era la indignación o el viento lo que había alborotado de esa manera su pelo. Cogió la carpeta y la abrió, allí estaba su foto sonriente en la ficha de la agencia de contactos.
-“Joder Lola, para uno que tiene pelo…” pensó.
Un par de lágrimas cayeron sobre el epígrafe “COMPATIBILIDAD 10 SOBRE 10. MÁXIMA”. Alzó la mirada y la ciudad se descomponía en minúsculas porciones de agua. Como su vida, pensó.
Se echo a reír, arrancó el motor y salió del aparcamiento “de oído”.
La noche no había hecho más que empezar.

lunes, 19 de enero de 2009

METÁFORA INÚTIL.




En una fracción de lucidez
vuelvo a lamer la nostalgia
con esta transida fiebre
que toda espera agita

Me persigue el pretérito
del innombrable verbo
y dejo que me alcance
una y otra
y otra y otra
y otra y mil veces

Una marca candente
en el fuego recóndito
que se agarra a mi destino
como una garrapata demente
indestructible parche carnal

Creo que avanzo
y sólo tanteo la niebla
disléxico de presente
abro en lo húmedo
caminos de presagio
que sólo conducen
al pasado futuro

El anhelo deviene
como el mar a la playa
como un deseo se sobrepone a otro
como una lágrima empuja a otra
y un nimbo de ausencias
de derrota y ojos
acude a la llamada del gemido
paralizado en tu rostro

dijiste
por cada inútil metáfora
ejércitos de cupido
avanzarán luminosos
para degollar tus versos
Y te ame

Háblame al corazón pedías
y cosí mis labios a tu pecho
y una aurora de espadas
se apoderó del lecho
Sangre y nada

Te cubriste con un adiós imperceptible
que aún hoy ensordece.

jueves, 15 de enero de 2009

¡TALMENTE! (o cuando el cine se parece demasiado a tu ficción)

- Y… ¿Pasó algo?
- Nada que vaya a cambiar lo nuestro.

Este es el diálogo final de “No sós vós, soy yo” una más que recomendable comedia dirigida por Juan Taratuto y producción hispano-argentina (andaba el inefable Antón Reixa en la producción española) que no pude ver en el cine y que ayer me senté a saborear con mi chica en la vieja superviviente televisión de casa, y me gustó. Me gustó el planteamiento cercano de los personajes, me gustaron las canciones del maravilloso Jorge Drexler (sin desmerecer a Calamaro por supuesto), pero sobre todo me gustó porque contó una parte de mi historia de amor y desamor. Hoy con la indulgencia de quien se detenga a leerla me gustaría contar esa historia como pago de una deuda emocional pendiente.

LA HISTORIA

Era difícil no enamorarse de ella, de su pelo ensortijado, de sus ojos de miel de romero, de su alegría contagiosa, de ese encantador modo de pronunciar las eses, del paraíso que se intuía debajo de sus camisas hippies XXL. Por supuesto me enamoré y cuando me devolvió el primer beso vi nuestro futuro inseparable y eterno. Un día, un año después de ese beso, me llamó para decirme que se había enamorado y que se iba con el hombre de su vida. Se sentía aventurera y feliz. Colgué y mi vida también se interrumpió en ese instante.
Del estupor a la rabia, de la rabia al dolor, del dolor a la tristeza, me recreé en ese vía crucis de años perlado de minúsculos conatos de felicidad. Pero el tiempo me trajo esa mañana en la que desperté y ya no me acordaba de ella.
Igual que en la película.
La vida empezó a florecer y le cogí gusto a mi soledad. Disfrutaba con mis amigos de actividades que ni siquiera sabía que existían, de la música, de la lectura, de los paseos, de las noches de no buscar nada y encontrar todo. Hasta que un día mi chica surgió del salón de aquella casa donde nos habían invitado a cenar y se dirigió a mí decidida con esa enorme sonrisa; “encantada” –dijo- con una seguridad y una dulzura que me dejaron paralizado. No dejé de mirarla en toda la cena, morena, alegre, jugueteando con el pelo y con la mirada, las manos preciosas, siempre inquietas. Cuando nos despedimos su voz y su risa me acompañaron durante el resto de la noche y al día siguiente, y al otro, y al otro, y... me entró pánico. Se estaban quebrando los pilares de mi soledad. Me daba miedo volver a sentir, a pasar por lo mismo, y, francamente, tampoco quería tenerla como amiga.
Pasaron los días y coincidimos nuevamente y me hizo ver que ella tampoco quería ser mi amiga así que acabamos en mi casa haciendo lo que casi nunca llegan a hacer los amigos.

Lo malo de las aventuras es que se terminan justo en el primer día laborable.

Ella me llamó había conseguido mi teléfono por amigos comunes, me dijo que había vuelto hacía algún tiempo y que le gustaría mucho volver a verme. Mi chica se había ido a Dublín tres semanas y, por el momento, no me apetecía contarle nada, estábamos empezando, así que le dije que sí, que nos veríamos.
Quedamos en un antiguo café al que solíamos ir y que aún aguantaba el paso de los años. Estaba sentada en la mesa que siempre le había gustado. La miel seguía habitando sus ojos ahora pintados. Conservaba su hermosura, su pelo ensortijado y su manera de pronunciar las eses, pero ya no había camisas hippies, en su lugar el traje de chaqueta conseguía contradecir la frescura de la sonrisa con la que me recibió.

- Cuantos recuerdos ¿No? -dijo.
- Si, muchos.
- Te veo... Estas...
- ¿Igual? -dije
- Si, eso, no has cambiado nada.
- Tu sí.
- Bueno, si. Pero sigo igual de loca no creas.

La miré fijamente y sonreí.

- ¡Te he echado tanto de menos! -dijo, sin perder un punto de su pose elegante- Me equivoqué, no se, quizás tenía miedo de cómo crecía lo que sentías por mi y... ¡joder! ¡Éramos tan jóvenes!...

Hizo una pausa y su semblante se nubló. Esta vez la ironía subió otra sonrisa a mi rostro.

- Eh, no pasa nada, en serio. Yo estoy bien y a ti te veo estupenda...
- No estoy bien. Me he separado hace un mes. No nos iba bien desde hace mucho, desde que me di cuenta que nunca había dejado de quererte. Oye, yo ya no soy la de antes, he cambiado ¿Tu crees que podríamos...
- No.
- Perdóname, me equivoqué, pero no va a volver a pasar, de veras ¿es que ya no me quieres?
- No hay nada que perdonar pero no te quiero, ya no.
- Hay otra persona ¿no?
- No tiene nada que ver con eso. Hubo una larga travesía por el desierto y pensé que la angustia me iba a matar, pero un día deje de pensar en ti, y ya está, es todo. Estoy bien y tú tienes que seguir tu camino.- Hubo una larga pausa mientras nos mirábamos con un poco de tristeza. -Venga, vamos a pasear porque si no voy a agotar la ginebra de este sitio...-

Sonrió y salimos. Fuimos paseando hasta el puerto mientras ella me contaba sus aventuras y yo mis nuevas aficiones.

- ¡Escalada deportiva! No jodas, pero eso es peligrosísimo.
- Bueno, ya sabes, me quería morir...

Por un momento su risa volvió a ser la de antes fresca y contagiosa. Me ofrecí a llevarla pero prefirió coger un taxi. Nos abrazamos y nos besamos largamente y me quedé absorto viendo el vaivén de su larga melena ensortijada mientras se alejaba.

Mi chica volvía después de su periplo irlandés y mientras la esperaba en el aeropuerto pensaba en cómo la vida nos zarandea hasta despojarnos de nuestros harapos y luego nos muestra un camino que tenemos que recorrer desnudos, sin equipaje, sin deudas…

- Hola señor ¿sabes? Estoy esperando a mi mamá.
- Hola cielo ¡que bien! Seguro que la echabas mucho de menos.
- Ssssssss…-dijo la niña moviendo mucho la cabeza de arriba abajo- ¿sabes? Mi mamá tuvo que ir a Madrid a arreglarle todo a su jefe que es malo malísimo, y mi mamá dibuja casas y después la gente vive en ellas, son muy bonitas. Señor ¿tú también esperas a tu mamá?
- No cariño, yo espero a mi futuro.
- Seguro que ese futuro no pinta casas tan bonitas como las de mi mamá.
- No, seguro que no, pero pinta unas sonrisas muy bonitas.
- Alba hija, ven, y no molestes al señor, que ya llega mami.

Alba, la niña se llama Alba. Pues va a ser cierto eso de las señales pensé. Pero de esos pensamientos me sacó ese torbellino moreno y sonriente que vino corriendo a abrazarse a mí y a besarme como una loca y me quedé mirando para ella, pensando en la conversación con Alba y me creció el vidrio en los ojos.

- Eh, tonto, ya estoy aquí ¿qué pasa? ¿pasó algo?
- Nada, nada que nos afecte.-dije- y la abracé y la besé hasta cortarle la respiración.

Igual que en la película.
Nos fuimos a mi casa y nos cobramos todos y cada uno de los días de ausencia en monedas de amor, carne y risas.

- ¿Te importa si me quedo esta noche?
- Por mi puedes quedarte para siempre.

Ha pasado el tiempo, otras casas han sido habitadas, otras ciudades nos acogieron, los días siguen amaneciendo con ese miedo al hastío que congela el alma pero ella sigue quedándose cada noche, desde aquella. Por lo que a mi respecta los milagros existen y los ángeles a veces se encarnan.

miércoles, 14 de enero de 2009

SEGUIRÁN SURGIENDO DE LOS ESCOMBROS

“La escabechina de Gaza es … un último avatar de esa búsqueda sangrienta de la paz; es un intento de destruir no ya simplemente Hamás, sino la voluntad de lucha del pueblo despojado de su tierra, para imponer una u otra simetría sionista. Parece que hace falta, sin embargo, mucha más fuerza que la desplegada por Israel para que los eternamente derrotados admitan su derrota. Esa simetría no va con ellos.”
Este es el parrafo final del articulo “La guerrra asimétrica” de M. Á. Bastenier en El Pais de hoy os recomiendo su lectura.

¿Y los ciudadanos de Israel? ¿Dónde están? ¿Qué saben? ¿Qué piensan?

El gobierno israelí debería explicar a sus ciudadanos a quién están asediando realmente pues cada bomba cierra más el cerco sobre un Israel sin razones para tamaña violencia.
Debería explicarles que desde hace cincuenta años siguen saliendo de los escombros los hijos de los muertos y las madres con la carga de odio y futuro en su vientre.
Debería explicarles que los palestinos de Gaza tienen ya poco que perder por eso entregan su vida como un arma poderosa que el integrismo utiliza para castigar al enemigo.
Debería explicarles que ese muro infame también les está encerrando a ellos con su terror.
Debería explicarles por qué la tierra sólo ha sido prometida a ellos.
Debería explicarles qué atávico miedo les conduce a decir siempre no en cualquier negociación para la paz.
Debería explicarles que mientras ellos duermen plácidamente y buscan una explicación inteligente a tanto horror hay seres humanos que sufren, mueren o ven morir a sus seres queridos.
Debería explicarles lo rentable que es electoralmente enviar a uno de los ejércitos más poderosos del mundo a machacar a millón y medio de seres hambrientos y abandonados a su suerte por el resto del mundo.
Y ahora tendríamos que hacer un esfuerzo e imaginar su dolor, ponernos en su lugar aunque sólo sea por un momento y quizá entonces seamos capaces de entender por qué ningún tanque podrá jamás parar la espiral de odio y venganza que crece en los hijos de Palestina.
Lo dice muy bien Juan Goytisolo en su artículo para El Pais de ayer:
“Confieso mi perplejidad ante un dislate como el que, tras la terrible frase de Sharon -"los palestinos deben sufrir mucho más", formulada hace siete años a guisa de programa de acción-, un intelectual como Abraham Yehoshua la acepte hoy a su manera cuando, en estas mismas páginas, afirmaba sin rubor que "la capacidad de sufrimiento de los palestinos es mucho mayor.". ¿Se basa ello en un diagnóstico científico, en un psicómetro capaz de medir el dolor propio y ajeno? O ¿no será más bien reflejo de esta incapacidad de imaginar el padecimiento de los demás, ya fueren judíos, indoamericanos, negros o palestinos?”
Indignidad y horror deben acabar en ambos bandos y eso no sucederá mientras Palestina siga siendo una colonia y tratada como tal. Es Israel quien tiene la palabra pero utiliza las armas.
Ojala algún día el discurso Miedo/Castigo/Miedo, que dice Goytisolo, se quede sin argumentos y que aquella tierra vuelva a ser el vergel de paz y convivencia que antaño fue. No sé si yo lo veré, espero que mi hijo si.

lunes, 12 de enero de 2009

CONTRADICCIONES

Los niños caminan
sobre la herrumbre de días y bombas
mientras pagamos nuestra eterna
deuda de carne y lujuria

Los brazos que se alzan
interrogando a los cuervos que incendian el cielo
no son estos que ahora
buscan inquietos tu calor recóndito

las manos de los muertos
que arañan los escombros
no son estas que naufragan
en el negro océano de tu pelo.

Esa carne zaherida mil veces
por el odio y que por el odio sangra
no es esta amor mio
que tus gritos roba

Allí donde los dioses nacieron
se abre la tierra y a sus hijos devora
mientras un seísmo de lascivia
convulsiona nuestro lecho
al horror conquistado

El miedo cristaliza en los ojos de las mujeres
que ven crecer los muñones en el horizonte
no es el de ellos nuestro ocaso
y deseamos que nuestros jadeos
cubran su ciudad de flores
que sus lágrimas puedan regar

… Y cuanto odio este amanecer.

jueves, 8 de enero de 2009

SUS OJOS VERDES




Caminábamos por aquel río de piedra o más bien naufragábamos después del ataque etílico a nuestra línea de flotación. La luz de las tabernas reflejada en el espejo negro de las calles era el camino que conducía al lecho aquella noche. Ebrios y felices apurábamos el paso azuzados por el deseo y nuestra juventud forjó tizones de lujuria entre las sábanas. Aun jadeantes ella me preguntó por el futuro y yo sólo acerté a decir:

- Yo seguro que un imbécil engreído sin oficio ni beneficio y tú una princesa o una puta.

La mezcla de alcohol y mujer hermosa siempre sacó el lado más estúpido de mi ser. Ella me miró con sus bellísimos ojos verdes cubiertos por un limo de vidrio y yo quería vomitar y empezar de nuevo. Me besó con la dulzura de una expiración, se vistió y se fue.
El tiempo consiguió llenar mi vida de rutina con un oficio de poco beneficio pero eso si con sueños de imbécil engreído. Aquel día iba absorto en cosas de la parte absurda de mi vida, deambulando por calles conocidas aunque ignoradas, cuando oí aquella voz familiar que me llamaba desde la otra acera por mi nombre del pasado.

- Coño Sarmi, ¿eres tú? Joder tío ¡que alegría!

Esos rotundos ojos verdes no se pueden olvidar. La miré y también a un lado y a otro, no podía ser que sus ojos estuvieran allí en aquella acera de carne y faroles rojos.
Era la princesa de aquel prostíbulo.

- No te quedes ahí parado como un gilipollas y ven a darme un beso que no me como a nadie, al menos de momento…

Su risa franca y sin complejos me sacó del marasmo babeante en el que me encontraba y fui hacia ella y la abracé y la besé con un cariño y un alivio infinito como si me hubiera librado de alguna culpa terrible.

- Bueno, bueno, yo también me alegro de verte, pero me alegraría más si me invitaras a una copa.
- Claro – dije.
- Pero aquí no. Quiero que vayamos a recorrer la ciudad y cerrar cada taberna como hacíamos de jóvenes.

Bebimos, fumamos y reímos hasta enloquecer y por supuesto lo cerramos casi todo y cuando se presagiaba el alba nos fuimos a mi casa a finalizar lo que hacía años dejamos suspenso. Cuando desperté su lugar en la cama estaba vacío. Eché de menos sus ojos y quería pedirle perdón y decirle que ya no era joven y estúpido. Y entonces vi la nota que dejo encima de su almohada:

“¿Lo pasaste bien chato? Me debes 10.000 pelas. Las Princesas no somos baratas ¿Sabes? Y haber si cambias el café el que tienes es una puta mierda. Adiós Sarmi me ha gustado volver a verte.”

Nunca le pagué. Jamás volví a pasar por aquella calle.
Aún hoy tengo clavados esos ojos como un estilete verde refulgiendo en las tinieblas de mi ser, allí donde la sangre se espesa con el recuerdo.

miércoles, 7 de enero de 2009

VUELVO

Vuelvo al hastío elegido
libre de presagios
con la podredumbre habitada y dispuesta
un cieno de días se deposita en la sangre
una crispación de ojos
habita la ausencia.

Vuelvo a ver a bestias inexistentes
desde el claustro de hojarasca
matando dioses de otros
mientras las piedras se congelan
en el metal del odio

Vuelvo a ser irreverente genuflexo
que tuerce la mirada hasta la nuca
pues la vida sucede en papeles muertos
y ya no soy más que ellos
ni más que yo

Vuelvo a alejarme de ti
en este amanecer tan cierto
que da miedo
despues de todos esos ocasos
y de resucitar de entre los vivos

Vuelvo al reflejo ácido
que se derrite en el espejo de mi vida ajena
la niebla de nostalgia se extravía en los oscuros
callejones de esta mañana
limpia de recuerdos imborrables

Vuelvo para ser lo que ya no soy
huyendo del misterio
de las flores del mal.