miércoles, 31 de diciembre de 2008

VIACRUCIS NAVIDEÑO (V y final)

Aquel era el fin de año del año más desastroso de mi vida. 1.983. La chica de la que me había enamorado entonces, y de la que empezaba a descifrar los misterios de su cuerpo magnífico, volvía con su novio de siempre, ese al que nunca tuvo intención de dejar por mi. Había abandonado mis estudios en la Universidad por depresión, por decepción, por vagancia o por la mezcla de todas ellas. En la compañía de teatro se sumaron las deserciones entre ellas la mía, por supuesto, había que dar el salto cualitativo que al final se quedó en la acumulación cuantitativa de saltos, monté mi propio grupo y creo que aún debemos algo del decorado del primer y último montaje, en las pruebas para doblaje no les gustó mi voz ni para los dibujos animados y de los castings mejor ni acordarme. Así que sobrevivía trabajando en los dos oficios que más detesto: camarero y taxista.
Aquel fin de año se presentaba como ocasión para olvidar y para celebrarlo hasta morir. Peor ya no podía ir. De todas formas a mi siempre me gustaron las nocheviejas, se me antojan como el paradigma del cambio, hay algo ahí alegre ante un futuro incierto pero deseado. Entonces decidí que íbamos a entrar en el 1.984 mi amigo J. y yo con toda la artillería, reventando el futuro. Bebí todo el alcohol que se puede beber sin morir envenenado, me fumé y me comí todo cuanto producto psicotrópico cayó en mis manos y acabamos en un antro de la movida llamado "El Krenlim" (paradojas de mi fenecida vida de militante comunista). Me perdí de mis amigos en mi afanosa y productiva búsqueda de más alcohol y más drogas y me topé con una hermosa mujer madura y casada con la que practiqué todo lo que sabía hacer en la parte de atrás del taxi de mi padre. Me gustaba su experiencia, a ella mi juventud y al marido ninguna de las dos supongo, aunque la verdad dado mi estado me importaba un carajo. Volvimos, ella con su marido, yo no, yo a por más de todo.
Mi amigo J. me encontró apoyado en la barra del bar dirigiendo y tarareando las canciones del grupo que tocaba en directo y al que sólo yo hacia caso.

-Yo me voy tio. Ya es demasiado para mi.
-Sssst. Yo te llevo J.. eres mi mejor amigo y te he abandonado esta noche.
- Pero ¿estás bien?
- De puta madre. "Dengo" el punto justo, tio. Lo veo todo clarísimo, tío. Vámonos a tomar la última, o el chocolate, no sé, este sitio ya está muerto.

Mi amigo J.. y mi EX y sin embargo amiga L.. no querían dejarme sólo en mi estado y con la chulería propia de ese estado les obligué a montar en el coche. Era una noche fría y estrellada pero yo no veía nada más allá del capó del coche.
Lo siguiente que recuerdo es aquella curva justo en el puente del río y gritos, y "¡Joder, nos vamos a matar!" y el dos caballos azul y el volantazo y el río tan negro allá abajo y de nuevo la carretera y el portero de la otra discoteca en la otra parte del puente tomando nota de todo ¡el muy cabrón!
El fin de año del año más desastroso de mi vida pudo haber sido el de mi muerte y, lo que es peor aún, el de la muerte de mi mejor amigo y de una buena amiga. Por eso desde entonces, cada fin de año lo celebramos juntos sea como sea y sea con quien sea mi amigo J... y yo. Celebramos que mi amigo J... esta vivo, que sigue siendo mi mejor amigo y que yo puedo abrazarlo.

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