viernes, 12 de diciembre de 2008

¡JAMÁS!


No se cómo llegué a esta situación. Mi hijo, mi propio hijo, estaba del otro lado intentando convencerme de que le abriera para matarme.

- Abre papá, no pasa nada. ¡Tienes que abrir!
- No. ¡Me matarás!

Ya sé, ya sé, por un hijo se da todo pero esto ya es demasiado. Me costó mucho llegar aquí, tuve que arriesgar mucho, hacer números, cábalas. Había fracasado demasiado en otras ocasiones pero ahora por fin tenía una oportunidad y él quería quitármela ¿por qué?. No pienso dejar que me arrebate todo otra vez. No puede dejarme en casa encerrado. Debo luchar, no ceder, no...

- Carlos ven aquí un momento.

Es ella llamándole, a saber que estarán tramando.

- Vooooy.

No importa lo que urdan, yo aquí firme como una roca...

- Carlos, hijo, deja ganar a papi, ¿No ves que está congestionado y luego le sienta fatal la cena?
- Si ya le dejo mami pero es que es un petardo se empeña en perder y lleva cuatro con esta ¿qué quieres que le haga?
- Tú déjalo ganar, ya sabes que le hace ilusión.
- Bueeeeeeno.

Salvaré a mis dos querubines rojos, a mis dos puntos de ocaso y formaré un muro de fuego para que las hordas azules no los toquen ¡y ningún seis de mierda va a impedirlo!

- Papá déjate de rollos, te salió un seis y tienes que abrir la barrera.

- ¡JAMÁS!

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