Aquella era una perfecta carta de amor.
A pesar de esa absurda gota de sangre tercamente adherida al papel como un signo de puntuación fuera de lugar o el obsceno rastro de algún insecto de aquel lejano desierto. En esa carta que ahora ocupaba un tembloroso lugar entre sus manos habitaba el sí que él había estado esperando tanto tiempo. Hablaba de los días de playa y cuerpos desnudos, de manos entrelazadas, de promesas de carne y futuro y de compromisos incomprensibles. También decía otras cosas, decía lo que él prefería ignorar, esa afirmación de sí misma, de por qué estaba allí, en lo absurdo, y hacía lo que hacía. Para él era una negación que aceptaba porque el amor nunca se para a pensar lo conveniente.
Bajó la mirada.
Así ausentó su presencia de todo lo que allí sucedía. Quería que aquella carta fuese la última narración que fijase su recuerdo imaginando su sonrisa, jadeante aún, emergiendo de las olas, sus manos en su pelo y sus ojos atravesados por la luz del deseo. Un limo de humedad y sal cubrió su semblante y sólo entonces, sólo en ese instante, su rostro quedó tatuado en su mente para siempre.
Las medallas y las banderas no eran ella.
Ella ya no estaba en aquel funeral.
6 comentarios:
Sr. Kai,
A veces cuando te leo estoy segura de que se me escapa algo más allá de lo que cuentas.
Hoy es otro de esos días.
¿Cartas de amor perfectas? ¿Existen? Cartas que esperan... ¿puede una carta esperar? ¿puede entonces el tiempo hacerla perfecta?
Desear un imposible... ¿y conseguirlo?
Bicos germano. Te dejo mi canción preferida de Loreena, veo que ahí, no podía ser de otro modo, también coincidimos...
http://www.goear.com/listen/bddd708/prosperos-speech-Loreena-McKennitt
Espero que estés bien, no he querido alterar tu descanso; ya leí el post seis veces.
Un fuerte abrazo y que estés disfrutando todo lo que yo imagino que feliz eres.
SALUD SIEMPRE, SOSIAS.
Ella ya no estaba allí entre banderas y medallas; se quedó para siempre saliendo del mar para él con la promesa del futuro en su mirada, descansando entre las palabras de su última carta, aquella que tardó una vida... la suya.
Querido amigo, cuánto te eché de menos; lamento haber estado tanto tiempo fuera de este mundo. Has hecho reformas en tu casa... me gusta como te ha quedado. Con tu permiso me quedaré tomando un gintonic y curioseando un rato a ver qué me he perdido.
Un beso. Veo que sigues en plena forma.
FELIZ CUMPLEAÑOS, SR. KAI.
El correo va remal y tuve que venir por el patio principal:))
brindo por usted y por tu amistad: la mia siempre. ¡SALUD!
Querido amigo como siga tomando gin tonics mientras te espero... en fin, acabaré necesitando un transplante de hígado. Eso sí, la música genial.
Te echo de menos. Besos
Hola, mi blog en LDA es "El peso de lo liviano" y hoy, después de muchos días de ausencia, tropecé con un enlace que me trajo directamente hasta aquí.
Para mí supone una gran alegría el reencuentro con viejas amistades, quizás por eso, pero también dudando que este comentario te llegue, me gustaría mandarte un fuerte abrazo.
Saludos y hasta que el destino vuelva a cruzar nuestros caminos.
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