miércoles, 30 de septiembre de 2009

GUIJARROS DE SAL BAJO LA LLUVIA



Soy un náufrago
aferrado a las orillas de tu cuerpo
recolector de deudos
inútil hacedor de caricias como relámpagos
en un brillante día de sol

Soy el espectro
que busca ansioso su cementerio
hurgando en el abismo
recóndito y armado
que tu humedad insiste en llenar
de celadas de pérdida y deseo

Soy la persistente tormenta
que se extravía en tu llanto
y ventea poseso tu carne
como lobo que pierde el rastro
de su presa o su tragedia.

Soy la memoria
que nunca recuerda
el camino de vuelta
porque tu lo cubres
de esa maleza de ojos y lujuria
que devora
los guijarros de nostalgia y pánico
que dejo caer tras de mi
cada vez que mis harapos
se precipitan a tu encuentro

Soy el negociador fallido
de cada una de tus interrogaciones
pero estoy dispuesto a reír bajo la lluvia
mientras te alejas


jueves, 24 de septiembre de 2009

DÓCIL IMPACIENCIA



En este cementerio
de vidas que habitamos
entre la risa ajena de los niños
suelo esconderme del revoloteo
cada vez más próximo
del espanto
y de ese imperceptible manto
de plumas y entrañas
y tormentas
y dioses y odio

Busco un punto de fuga
de toda esa luz indescifrable
con que nos alimentan
y rasgar con dagas de misterio
la crisálida con la que nos amortajan a diario

Quiero salir de mi tiempo
hacia el interior de ti
y beber de tu sabia oscura

Mi sed es implacable

No…

Esa obstinada mansedumbre

No…

Esa dócil desmesura

Fabrico pesadillas
a buen ritmo
y luego me quejo
de que el ataúd es estrecho
A la muerte
le van faltando horas…

a ti paciencia.


martes, 22 de septiembre de 2009

LUZ DE ADOQUINES ROJOS



Vendes lo que nadie puede comprar
lo intentan
dejan caer monedas a tus pies
como alimañas alopécicas
sedientas de paraíso

te ries

y tu risa se expande por los adoquines
junto al reflejo de los farolillos
donde se inventan las tragedias cotidianas
que luego tú conviertes en semen
y solidaria desidia
ellos no quieren hablar
desean el inframundo
y luego irse a vivir cada una de sus muertes
mientras tú te pintas los labios
hasta las entrañas…

de rojo

y tu pelo vuelve a navegar
por el río de carne y piedras
que más de uno profana
transido de alcohol y dudas
aquí mirándote
desde mi acuciante soledad
puedo ver un halo carmesí
sobre la tuya

me sobresalta

el leve rumor de redención y pecado
que viene desde el interior
de la brevedad de tu falda
y mi juventud se dirige hacia ti
con el mismo terror de cada uno de tus borrachos
solo que a mi me detiene
el muro infinito y ácido de tus palabras:

“cuando me puedas trabajar
dejaré que me estudies,
ahora mejor ve a vomitar.”